En esta época de parón invernal en las salidas a setas, toca reflexionar sobre la temporada pasada y consecuentemente acabamos valorando si fue un buen año o si, por el contrario, el grado de satisfacción fue bajo. Tardaron en llegar las lluvias del otoño y la primavera cada vez se está poniendo más difícil. La seta por excelencia de esta época del año, calocybe gambosa, a la que llamamos simplemente seta de primavera, en la costa y zona central de Asturias es muy escasa, prácticamente no hay, y por consiguiente, para su recolección, todo el mundo va al interior, a la cordillera, con lo cual la masificación está creando un problema. Así las cosas, es fácil que sin que uno se dé cuenta se ponga a pensar en tiempos pasados, que lógicamente fueron mejores, lo que me trajo el recuerdo de cuando a Tino, nuestro compañero y amigo de la Sociedad Micológica de Pañeda, buscando la mencionada seta de primavera le salió por sorpresa un oso que felizmente sesteaba escondido en un matorral. Si os fijáis en la foto, es perfectamente visible. No hay ningún trucaje.
No es frecuente que ocurran estas cosas, sobre todo con esta especie, que también corre peligro de desaparecer, pero esta vez ocurrió y, por especial, creo necesario publicar. Yo nunca he tenido esa suerte, de encontrarme con un oso, pero sí con animales de otras especies: raposos, jabalíes, corzos, venados, ardillas, arceas, perdices y algún que otro susto con alguna serpiente. Y es que andando a setas por Asturias, pueden ocurrir estas cosas.
No es frecuente que ocurran estas cosas, sobre todo con esta especie, que también corre peligro de desaparecer, pero esta vez ocurrió y, por especial, creo necesario publicar. Yo nunca he tenido esa suerte, de encontrarme con un oso, pero sí con animales de otras especies: raposos, jabalíes, corzos, venados, ardillas, arceas, perdices y algún que otro susto con alguna serpiente. Y es que andando a setas por Asturias, pueden ocurrir estas cosas.